Fosa Común (segunda parte)
El tiempo apremiaba, ya que los cuerpos estaban descomponiéndose, la piel ennegrecida se resbalaba de algunos cuerpos, haciendo nuestra tarea más difícil y lamentable. El hedor se había vuelto algo habitual en el antes hermoso lugar que llamábamos hogar y las moscas se volvían nuevos invasores que rápidamente se apropiaban del lago. El hedor y la decadencia se pegaba en nuestras manos. Las lavamos en el lago, y este también se volvió rancio.