tentáculos de pulpo en madera

La Hermosa y Triste Historia de Sarah y Clark… y Zap

Este cuento es el que escribí para la tercera fase del concurso literario de fantasticasinfronteras.blogspot.com. Las condiciones de este eran las siguientes:

Estructura: Cuento

Género: Literatura de Fantasía

Requisitos: Mínimo 1500 palabras. Máximo 2500 palabras

TEMA:Triángulo amoroso entre un Zombie Espacial (proveniente del espacio exterior), un pulpo humanoide (el pulpo proviene del planeta Tierra) y un mueble mutante a elección (el mueble debe tener un tamaño menor a una casa y debe tener vida propia).Uno de los personajes debe tener una vida de famoso.
Debe ser una tragicomedia.

Fue bastante difícil escribir este cuento, pero lo pasé muy bien. Es un estilo que no acostumbro mucho, y creo que lo logré bastante bien. Acá está.

La Hermosa y Triste Historia de Sarah, Clark … y Zap.

Esta triste historia podría comenzar en el momento en que Sarah y Clark se conocieron, sin embargo, detenernos en sus largos años de edulcorada pasión, nos desviaría del elemento disruptivo que dio inicio a los eventos más suculentos. Comenzaremos entonces con la llegada de Zap, una joven zergiana que viajó desde su planeta natal en la galaxia Enana del Can Mayor hasta la tierra. La joven apenas pudo pagar una nave de segunda mano, y para ahorrar en peajes, ocupó la menor cantidad de agujeros de gusano posibles. Es por esto que demoró varios meses en llegar, durante los cuales se entretuvo escuchando la discografía completa de Clark Fable una y otra vez. Y es que era Clark quien motivó su visita. La joven del planeta Zerg era fanática del cantante y esta vez hizo todos los sacrificios posibles para llegar al gran concierto en el planeta natal de Clark.

El largo viaje en su pequeña nave no fue el mayor de sus contratiempos, ya que con ella iba una pequeña planta carnívora, mascota de Zap. Llevaban suficientes insectos para alimentar a la planta, sin embargo, en un momento la planta se sintió antojada de algo más… carnoso. Le propinó una rápida mordida al verde brazo de Zap, lo que no habría sido una gran preocupación de no ser por las rojas marcas que dejó. Esa era una clara señal de que la planta estaba infectada con el virus Zomba 400. Zap rápidamente tuvo que lanzar a su amiga al espacio y luego ocuparse de su salud. La herida indicaba que pronto se convertiría en un zombie hambriento de carne si no aplicaba alguna medicina. Zap, siempre ingeniosa, logró con los pocos recursos de su nave, crear una cura que la mantendría sana hasta volver a Zerg por un tratamiento definitivo.

A partir de un trozo de carne y una combinación de tranquilizantes logró crear una masa viva de la que debía masticar un trozo cada cuatro horas. La masa carnística cabía perfectamente en una pequeña caja y se auto regeneraba. Zap debería ser cuidadosa de no atrasarse en sus ingestas, ya que podría convertirse en zombie y además, la carne curativa crecería desproporcionadamente y comenzaría a moverse, ingiriendo cualquier cosa a su paso.

Ahora deberíamos hablar de Clark. Ya se habrán dado cuenta que era un cantante admirado. Tanto así que era el más famoso del supercúmulo de Virgo. El romanticismo de sus letras y su incomparable voz lo hacían resaltar entre todos los músicos del universo conocido. Era este su concierto de fin de gira por todo el supercúmulo y luego tomaría un receso de un año. Por eso sería el más fantástico y ambicioso de su carrera y Zap no podía perdérselo.

El concierto resultó de maravilla. La pirotecnia fue espectacular y las canciones fueron coreadas por la multitud. Lo mejor fue el momento en que Clark, con sus ocho tentáculos tocó diversos instrumentos simultáneamente. Varios asistentes, visitantes de galaxias lejanas, casi se desvanecen de la impresión. Para muchos, los humanos seguían siendo seres de dos piernas y dos brazos. La música de Clark viajaba por todo el cosmos, pero no su imagen, y era eso en parte, el motivo de la ignorancia. Tampoco ayudaba que la historia de la tierra era ignorada por muchos fuera de la Vía Láctea, por lo que no sabían nada del gran desastre de 3045 que fusionó a todos los humanos con seres marinos y dio vida a algunos objetos inanimados.

Entre los sorprendidos estaba Zap. La revelación de los tentáculos fue una experiencia religiosa para ella y la animó a derrochar todo su entusiasmo, cantando con aún más fuerza y mostrando un hermoso cartel con una frase de amor por su ídolo. Su entusiasmo fue recompensado cuando al final del recital las luces se encendieron  y varios miembros del público fueron mostrados por pantallas gigantes. Ahí estaba Zap, con miedo ante todos, pero Clark vio su entusiasmo e inocencia, así que la eligió a ella para el gran premio. Así es amigos, Zap era la ganadora de una increíble once en la casa de Clark. Incluía té, sándwiches de jamón y queso y una conversación de quince minutos.

Fueron llevados inmediatamente al hogar del cantante, seguidos de decenas de camarógrafos transmitiendo en directo para toda la galaxia y más allá. Frente a la puerta de su hogar, Clark sonrió a la cámara. Luego abrió, revelando una imagen que quedaría en la retina de todos los televidentes, y especialmente en la de Zap. Adentro había una hermosa sala de estar con sillones negros y un hermoso piano de cola. Sobre el piano, una hermosa cómoda con finos adornos y manillas de oro estaba recostada. Tenía dos cajones abiertos y vestía lencería con encajes, creando una obscena pero hermosa escena.

Los tentáculos de Clark intentaron cubrir todas las cámaras, pero la indecorosa imagen ya estaba siendo compartida por todos los noticieros. El hombre pulpo entró rápidamente y cerró la puerta detrás de sí. Los periodistas dieron la vuelta a la casa buscando alguna apertura para lograr una fotografía. También fotografiaron a la atónita Zap, congelada frente a la casa. Minutos después los periodistas se fueron satisfechos con la noticia, pero Zap seguía congelada. La hermosa cómoda de roble sobre el piano no desaparecía de su mente. Repetía una y otra vez en su memoria el brillo de las manillas de oro, esos cajones abiertos y el brillo del barniz. Sentía algo que jamás había sentido. De ahí en adelante no pudo dejar de pensar en Sarah. Sólo salió de su impresión al escuchar su alarma avisándole que debía dar una mordida a su carne curativa.

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Zap decidió quedarse en la tierra por más tiempo. Por otro lado, la relación de la cómoda y el cantante estaba en su peor momento. Hace tiempo que ya no tenía la pasión del inicio. Clark se ocupaba casi exclusivamente de su carrera, mientras Sarah pasaba dedicada a su negocio de repuestos mecánicos. Si bien no eran duros el uno con el otro, la distancia se sentía, y el comentario que Clark había dicho despreocupadamente hace una semana había roto el orgullo de Sarah.

—¿Hace cuánto no te echas una mano de barniz? —preguntó  esa vez sin siquiera mirarla.

Sarah, con el afán de agradar y tener un momento romántico que reviviera sus antiguas emociones se barnizó con el carpintero más caro y lo esperó con su ropa sexy, olvidando en su entusiasmo el concurso organizado por su esposo. Aún aferrándose a las esperanzas de salvar la relación, Sarah intentó darle un giro divertido al asunto y reírse de ella misma. Sin embargo, Clark no entendió la intención de su pareja, y simplemente la ignoró mientras llamaba a su manager y su equipo de relaciones públicas para ver cómo enfrentar el bochorno. 

Se podrá pensar, con lo descrito hasta ahora, que Sarah era una cómoda sumisa, pero no es así. Ella era atenta y, de muchas maneras, intentaba agradar a su marido, pero su carácter y determinación no le permitían ser ignorada sin hacer nada al respecto. Una discusión explotó y se dijeron cosas que nunca antes habían dicho. Finalmente Sarah exigió a Clark que se fuera de la casa e inmediatamente se arrepintió. No obstante, no se retractó, aún mientras Clark empacaba varias maletas. El orgullo de Sarah era demasiado grande como para permitirle echar pie atrás en ese momento.

Varios días pasó Clark en un departamento tomando alcohol y jugando videojuegos de realidad virtual… bueno, también contrató sexo virtual, con una especial preferencia por muebles de roble. No salió para evitar el acoso de la prensa y subió tres kilos. Finalmente no aguantó más y se puso su mejor tenida, incluyendo ocho brazaletes de plata, compró el mejor lustramuebles y fue a ver a su amada.

Al entrar al hogar, le llamó la atención una caja sobre la mesa de centro. Estaba abierta y algo en su interior algo que parecía carne se movía y gruñía. Lo ignoró y fue a su habitación para ver algo inesperado.

Sobre su cama descubrió a Sarah enredada con la joven que recordaba del día cuando todo se pudrió. Las flexibles extremidades de la chica llegaban a varios puntos erógenos de la estimulada cómoda, quien disfrutaba un acto tan indecoroso que Clark ni siquiera se habría atrevido a proponer en la intimidad. Por alguna razón, el hecho de tratarse de otra fémina aumentaba la ofensa. Pasaron varios segundos antes de que ellas supieran que estaban siendo observadas. Las dos se detuvieron de pronto y se taparon con las sábanas. Sarah buscó rápidamente su cajón inferior y lo puso de vuelta en su posición.

—Sarah —dijo Clark—… ¿Por qué?

—Lo siento —respondió Sarah avergonzada—. Estaba sola… incluso antes de que te fueras. Y ella me dio la atención que necesitaba.

—Pero ¿por qué con otra mujer? ¿Ya no te gustan los hombres pulpo?

—¿En serio? —el orgullo volvió a Sarah, quien ya no estaba avergonzada, sino ofendida— ¿llevas cuatro años casado con un mueble y de pronto te importa el género? Pensaba que el amor entre especies estaba por encima de esas concepciones antiguas.

—Perdón. Es sólo que estoy…

—Para ser precisos —interrumpió Zap— en mi especie nos reproducimos por mitosis, así que no tengo genitales femeninos, si es que eso es lo que te molesta. De todas formas yo sigo siendo mujer.

—Exacto —corroboró Sarah—. Yo tampoco tengo genitales y eso nunca te había molestado…

—¡Suficiente! —la paciencia de Clark se agotaba— no las estoy juzgando ni estoy para que me juzguen. Sólo creía que te demorarías más en olvidarme —se dio media vuelta y salió, dejando la botella de lustramuebles sobre la cómoda… no Sarah, sino otra cómoda que no estaba viva y cumplía la función de guardar ropa… no hay tiempo para explicar.

Apenas Clark desapareció, Zap intentó volver a la acción, y no entendió por qué Sarah ya no estaba interesada en el acto amoroso. Esta le pidió que se fuera y ella obedeció. El de Zap fue el segundo corazón roto en cruzar el marco de la puerta esa tarde. Nadie reparó en la caja con carne mutante que crecía y crecía hasta que fue muy tarde.

Sarah observó por largo tiempo el lustramuebles mientras su mente viajó al momento del primer masaje que Clark le hizo con el mismo producto. ¿Tal vez podría volver a ser el mismo de hace cuatro años?

Mr. Rocktopus era el entrevistador más famoso de la Vía Láctea, y su late show parecía el mejor lugar para hacer la última aparición pública de Clark. Sin embargo, nada salió como estaba planeado. A pesar de la habilidad de Mr. Rocktopus para sacar historias divertidas y carcajadas de sus invitados, especialmente si eran hombres pulpo como él, esta noche el ambiente estaba muerto en el estudio. Clark contestaba preguntas con monosílabos y el público estaba decepcionado hasta que ocurrió lo que nadie esperaba. Una cómoda muy bien vestida caminó entre el público hasta quedar en primera fila frente al escenario. Hizo contacto visual con Clark y le mostró una botella de lustramuebles. Clark se puso de pie, y sin que el público pudiera entender sacó del bolsillo de su camisa un paño anaranjado. Sólo él y Sarah entendieron el código. Ese paño era exactamente igual al que habían usado hace años la primera vez que Clark lustró a Sarah. Tenía la textura perfecta, el tamaño adecuado. Era el mejor utensilio que podrían utilizar en un ritual de reencuentro.

—Lo siento —dijo Clark a Mr. Rocktopus—, debo adelantar mi retiro y terminar esta entrevista ahora. Mi mujer y yo debemos reconquistarnos.

Tomó a Sarah con sus tentáculos y caminó hacia afuera del estudio mientras el público aplaudía su amor. Antes de salir, Clark se dio vuelta y se dirigió a todos.

—No me importa que hayan visto a mi cómoda semi desnuda en televisión. Eso ya no es vergonzoso para mi. Yo amo a esta cómoda y nada de lo que haga me hará sentir avergonzado.

Mientras caminaban por el pasillo la atmósfera de amor se cubrió de dudas. De pronto ambos pensaban en la joven de color verde que había aparecido en sus vidas. Había sembrado una incomprensible curiosidad en sus corazones. Justo antes de salir a la calle se detuvieron, se miraron a los ojos (si, esta cómoda tiene ojos), comprendiendo que tenían las mismas dudas.

—Clark, creo que mi corazón está dividido —comenzó Sarah, pero fue interrumpida por un tentáculo que no le permitió seguir.

—Tranquila —dijo Clark con seguridad—, vamos a buscarla. No seremos los primeros en integrar a alguien más en su relación.

Salieron a la calle, sin saber por dónde comenzar a buscar a Zap. Pero la duda duró poco, ya que frente a ellos un grupo de zombies se acercaba, mordiendo a todos quienes estaban a la vista. La que lideraba al grupo era Zap, quien reconoció inmediatamente a Sarah y Clark y se acercó hacia ellos. Sarah corrió hacia ella, y ambas se abrazaron. Algo en lo que Zap sentía hacía que su humanidad… ¿zergidad?… superaba al instinto de morder. Clark se acercó y envolvió a las dos en sus tentáculos.

El hermoso abrazo detuvo el tiempo, hasta que el instinto superó al amor y Zap mordió a Sarah. Ella gritó y empujó a Zap. Mientras, los demás zombies se acercaban peligrosamente. Zap, venciendo a su instinto nuevamente, pudo articular algunas palabras.

—Caja… carne… medicina… hogar.

El críptico mensaje fue rápidamente descifrado por Clark, quien volvió a envolver a las mujeres y se alejó corriendo hasta su auto, mientras alejaba a los demás zombies con puñetazos de sus tentáculos. Rápidamente manejaron hasta la casa de Clark.

Apenas llegaron, Clark abrió la puerta y lanzó a Zap hacia donde recordaba haber visto la caja con carne. Lo que no esperaba era ver una mutación enorme que se arrastraba por la sala mientras gruñía y consumía todos los muebles. Sarah y Clark vieron con horror como Zap mordía un trozo de la masa deforme y esta la envolvía para llevarla dentro de sí. Lo último que vieron de Zap fue cómo su rostro volvía a tener esa mirada amable de antes. Los miró a los ojos y desapareció dentro del monstruo que ella misma había creado.

Sarah y Clark se abrazaron, paralizados, mientras a sus espaldas la horda de zombies crecía y frente a ellos, otro monstruo también lo hacía. Cerraron los ojos aceptando un destino inevitable y fueron engullidos por la masa insaciable.

Así termina la hermosa y triste historia de Sarah y Clark… y Zap. Oficialmente están muertos, aunque tenemos la esperanza de que estén compartiendo su amor en otro plano existencial al interior de la masa enorme que ha destruido al tercer planeta del sistema solar.

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