Un joven de 12 años toma una guitarra en una tienda de instrumentos musicales y, sin intención de comprarla, comienza a practicar la introducción de “Nothing Else Matters” de Metallica. Al otro lado de la tienda, un hombre que ya está cerca de los cincuenta, con una melena larga que pierde terreno frente a unas pronunciadas entradas y una camiseta de Slayer, siente que su corazón se acelera un poco. El hombre mira al joven con atención y luego se vuelve hacia su esposa, quien ya sabe qué es lo que va a escuchar.
—Todavía quedan esperanzas— dice el longevo metalero con sinceridad, sin saber que su frase cliché ya casi se ha convertido en un meme.
Por sus palabras se puede entender que él cree que la música actual no es de la misma calidad que la de antes. Sin embargo, el hecho de que un niño esté interesado en una canción metal (aunque sea una balada más bien pop) es una señal de que aún quedan jóvenes que tienen su mismo buen gusto. Este punto de vista pesimista y conservador ignora, o no quiere reconocer que el metal millennial tiene mucho que ofrecer en cuanto a rebeldía, buenas letras (a veces mucho más interesantes de lo que se escribía en los 80s) y especialmente en exploración musical y ruptura de normas y barreras entre géneros.
Es por eso que esta vez quiero hablar de una banda que logra mezclar géneros musicales casi opuestos, letras provocadoras y satanismo en una experiencia musical oscura y terrorífica que no deja a nadie indiferente. Me refiero a Zeal and Ardor, creada por Manuel Gagneux a partir de un post en 4chan.
Accede a material exclusivo y ayuda a este humilde creador convirtiéndote en mi mecenas. Puedes comenzar por sólo un dólar al mes.
4chan
Gagneux pidió que le propusieran dos géneros musicales muy diferentes para fusionar en una canción. Entre las respuestas aparecieron comentarios racistas y un usuario propuso que tocara black metal (como manera de burla). Otro propuso “música de negros” (nigger music).
En vez de intimidarse por los racistas, Gagneux aceptó el desafío y fusionó black metal con cantos espirituales y de trabajo de los esclavos del sur de Estados Unidos. Luego publicó dos discos con su banda, tapándole la boca a quienes quisieron reírse de él.
Como temática central en su música, Zeal and Ardor intenta contestar la pregunta ¿Qué habría pasado si los esclavos africanos hubiesen adoptado el satanismo en vez del cristianismo? Esto marca su estilo, letras y la estética de sus dos discos.
Devil is Fine
A finales de 2017 escuché una lista de las mejores canciones metal del año. Entre esas había una extraña fusión llamada “Devil is Fine”. Al comienzo no sabía que pensar sobre el tema. Parecía una versión oscura de un gospel, mezclado con cánticos de trabajadores campesinos y una base black metal muy escondida en la mezcla. No era para nada lo que buscaba en una lista de canciones metal, pero me dejó con muchas ganas de escuchar más. La mezcla era extremadamente inusual, extraña y al mismo tiempo se sentía orgánica. La letra pesimista que parece referirse a la búsqueda religiosa de un grupo que ha abandonado todas las esperanzas y se entrega al demonio. Todo culmina en una atmósfera oscura que invita a imaginar la historia detrás de este sonido. Por eso no pude hacer más que buscar el resto del disco.
Devil is Fine es un álbum bastante corto, pero en sólo veinticinco minutos es una completa declaración de principios. Los estilos abordados son cantos espirituales y de trabajo, black metal, gospel, funk y electrónico. Si bien no se ocupan todos los estilos en cada canción, se evidencia una intención constante de juntar estilos que a primera vista no parecieran llevarse bien. El resultado es un viaje sonoro por lo que parece ser la historia de un esclavo en el sur de estados unidos que se vuelve al satanismo como una manera de liberar su alma de la opresión de sus captores. Los temas electrónicos parecen un poco fuera de lugar, pero funcionan como interludios entre las distintas secciones del disco y nunca dejan de lado la temática satanista. Cabe destacar también el uso de sonidos como aplausos, cadenas y golpes como elementos esenciales de la música que contribuyen con la idea de que estamos escuchando un gospel satánico de un grupo de esclavos. A ratos las voces parecen estar llevando a cabo rituales satánicos que erizan los pelos.
El satanismo aparece en la estética de la banda como una oposición a las creencias impuestas a los esclavos negros por sus dueños blancos. Sé que ahora estoy especulando, pero me parece que es una inversión que demuestra rebeldía en contra de la historia de adoctrinamiento religioso de parte de los poderosos sobre los oprimidos. Dudo que Manuel Gagneux y sus compañeros de banda crean realmente en el demonio, pero el uso de su imagen es un ataque simbólico al cristianismo hipócrita de quienes se golpeaban (y golpean) el pecho en misa luego de hacer que el mundo sea más miserable para la gente de otras razas (digamos, cualquiera que no sea blanco). Por otro lado, el uso de satanismo mezclado con música negra y black metal es una bofetada en la cara de la tradición, principalmente del black metal de noruega, infectada de fascismo, homofobia y nazismo. Cualquiera que conozca algo de black metal se ha cruzado con bandas que, o en sus vidas privadas o en sus letras, arte y shows se muestran abiertamente racistas o derechamente nazis. Muchos intentan ignorar esto y se concentran en la música, pero Zeal and Ardor demuestra con su música que se puede responder de manera artística y contundente a esa estupidez.
El álbum Devil is Fine es una excelente travesía musical que pasa por muchos estados diferentes y, aunque no se entienda la letra de las canciones, muestra una historia de esclavitud y liberación (aunque no sea con el mejor guía espiritual). Es un hermoso debut para una banda que promete. Canciones recomendadas: Devil is Fine, Children’s Summon y Blood in the River.
Stranger Fruit
Un año después vendría el disco Stranger Fruit que, como se puede adivinar por su título, sigue haciendo alusión al racismo histórico de Estados Unidos y el mundo. La referencia a Strange Fruit de Billie Holiday no es casual. Se nota en el tema que da el nombre al álbum una similar historia desgarradora de linchamientos e injusticia. El segmento final del tema de Zeal and Ardor recuerda la amenaza del Ku Klux Klan, que duerme invisible en la sociedad norteamericana, esperando una excusa para explotar en forma de brutalidad policial, racismo sistémico y otros (There ain’t no shelter for us, They’re out looking for ya, Out there looking for ya)
Los demás temas del disco siguen la misma línea que simbólicamente conecta el horror del pasado con el del presente. La mezcla de estilos y el uso de sonidos incidentales es fundamental para lograr esto. En este caso, la mezcla de estilos está mucho mejor lograda que en Devil is Fine y no se da sólo por la yuxtaposición de secciones distintas, sino con adición de elementos musicales y el cruce entre frases musicales típicas de un estilo tocadas con instrumentos de otro. Hay canciones como Built on Ashes que agregan otras emociones, como desesperación y tristeza. Esto hace que la catarsis sea mayor, al no sólo enfocarse en la rabia y la rebeldía.
Stranger Fruit se siente como una continuación necesaria de su predecesor, demostrando mayor madurez musical e incluso más variedad que antes. Es una experiencia más prolongada y densa, la cual exige nuestra total atención al discurso de las voces que cantan y al ímpetu de los instrumentos. La progresión entre distintos temas está bien pensada, comenzando con una introducción, para luego seguir con Gravedigger’s Chant, que es más bien suave, dando pistas de que la música se volverá algo más pesada. Luego Servants explota con mayor poder, invitando (u obligando) a ponernos del lado de los sirvientes y no de los patrones. ¿Quieres liberarte junto a los sirvientes que vamos a hacer la rebelión o quieres arder junto al patrón?
El disco es, a veces incendiario, a veces reflexivo y otras resignado. Invita a la reflexión sobre opresión, lucha de clases, religión y racismo, especialmente si uno pone atención a las letras. Aún así, creo que no es estrictamente necesario entender todas las palabras, ya que la música misma evoca estas temáticas y estimula la imaginación. Sin dudas es una obra oscura y hermosa que debe ser escuchada por todos. Canciones destacadas: Servants, Row Row, Ship on Fire, Stranger Fruit, Built on Ashes. Gravedigger’s Chant es tan especial que también es mencionada en este cuento.
Para Finalizar
No es necesario ser metalero para disfrutar de Zeal and Ardor. De hecho creo que está en el lugar perfecto entre metal y música más popular. Sin embargo, su música ofrece una experiencia que puede resultar incómoda y desafiante, pero finalmente entrega emociones que los amantes del horror buscamos.
Zeal and Ardor, sin ser una banda de Estados Unidos (aunque Manuel Gagneux es descendiente afroamericano) tiene un sonido totalmente estadounidense y particularmente discute temas claramente intrínsecos de esa tierra. ¿Acaso hay algo más norteamericano que el racismo?
***
El hombre de la camiseta de Slayer llega a su hogar pensando en escuchar su metal favorito, que en los ochenta era rupturista y contracultura. Al entrar ve a su hijo que se ha pintado el cabello morado y escucha Zeal and Ardor. ¡Qué ofensa al buen gusto y a la música! Su hijo tiene pelo de marica y no escucha metal de verdad, sino esas mierdas millennials que no hablan nunca de drogas y sexo. Antes de regañar a su hijo, su esposa lo tranquiliza. Conversan un momento y el hombre decide dejar a su hijo tranquilo esta vez. Se está dando cuenta que se ha convertido en un estandarte del pasado, y ya no es el rebelde de antes, pero aún está en sus manos abrazar la rebeldía y abrir su mente a nuevas ideas… ayudar a su hijo a destruir el status quo musical en vez de quejarse que el pasado ya no existe.
La música de Zeal & Ardor está disponible en los siguientes links:
Si quieres leer mis mejores cuentos en la comodidad de un Kindle o en formato físico, entra acá.