Panóptico

Esta última pregunta me hizo ponerme de pie y acercarme a la salida de la celda, pero la imagen de la torre central me detuvo. Ni siquiera quise acercarme lo suficiente como para ver una parte del pasillo. Decidí volver a entrar y sentarme, dándole la espalda. No quería sentir su presencia, y el desesperante vacío de la habitación blanca era menos intrusivo que la maldita torre.