Línea de Tiempo Número 1121949

De los millones de líneas temporales que se abrieron a partir del 18 de octubre de 2019, la número 1121949 me parece una de las más interesantes. Forma parte de la ramificación G, la cual  se caracteriza por líneas temporales donde el actuar del gobierno y la policía es particularmente violento. Lo que hace resaltar a esta línea es, por un lado el resultado final de la crisis, muy diferente a todos los demás de la ramificación G; y por otro lado, el actuar de los ciudadanos, que fue mucho menos violento considerando la violencia ejercida por el estado. O para ser más precisos, el pueblo chileno, en esta línea temporal realizó acciones violentas de manera mucho más estratégica. 

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La ramificación G inicia con el fracaso del segundo intento de destitución contra el dictador. Para ver las líneas temporales surgidas del éxito de dicha destitución, referirse a ramificación F. En el caso de las líneas de la ramificación G, la mayoría contempla una reacción violenta y desorganizada del pueblo, contestada de manera mucho más brutal por parte del estado. Sin embargo, en esta especial línea, los ciudadanos contestaron con una organización mucho mayor a la vista antes. Esto se suma a una notable indiferencia hacia las instituciones que, finalmente, terminaron por defraudar todas las esperanzas populares. Esta indiferencia fue devuelta por las multitudes de manera mucho más elocuente. En otras líneas temporales del grupo G, la respuesta fue en forma de represalias, algunas bastante destacables, como las que se ven desde la línea número 1121999 a la 1122058 que terminaron con la muerte del tirano a manos de turbas iracundas bajo diferentes detonantes. Sin embargo, en el caso de la línea de tiempo número 1121949, la respuesta fue total indiferencia y nula participación en instancias regidas por el poder estatal o monetario. 

Claramente, este proceso comenzó a través de pequeños grupos que decidieron seguir con dinámicas que ya se habían vuelto rutina y, luego, extremándolas. Las ollas comunes alimentaban a barrios completos, y los que aún tenían trabajo o podían conseguir dinero o alimentos, aportaban para que todos, incluyendo los que no podían contribuir, se alimentaran. Luego del alimento, fue el espacio lo que comenzó a compartirse de manera abierta, sin mediar intercambios. La calle era un lugar común, donde los ciudadanos socializaban mientras los niños jugaban, se discutía sobre política y se llegaba a soluciones para problemas comunes. Algunos con dificultad para pagar arriendos o dividendos comenzaron a ser alojados por quienes tenían ese problema solucionado, y hasta los hogares fueron modificados, derribando murallas para aprovechar el espacio y dar techo a quien lo necesitara. 

El aumento de la cesantía se convirtió en un problema enorme, especialmente para las familias con menos recursos. Las semanas de huelgas derivaron en más personas compartiendo el espacio urbano y repartiendo bienes equitativamente, tal vez por convicción ideológica o por necesidad. La alimentación, en la mayoría de los casos se solucionó, a pesar de la falta de dinero, a la autogestión con huertos en patios, terrazas y plazas. Perros y gatos, en algunos casos fueron utilizados como ganado, aunque esto duró poco, tal vez por la fuerza de la costumbre y la sensibilidad de los niños. En cualquier caso, el consumo de carne bajó drásticamente. 

La economía del país sufrió a tal punto de tener grandes empresas cerrando y despidiendo a más y más trabajadores. Esto causó que en otras zonas del país, familias con más poder adquisitivo se vieran obligadas a llevar a cabo las mismas acciones que los más pobres. Cada vez más habitantes se restaron de sus trabajos, siendo finalmente despedidos en la mayoría de los casos. Los más afectados fueron los dueños de empresas grandes, muchos quienes tenían vínculos directos con el gobierno. La represión y la violencia policial se metió entonces cada vez más dentro de los espacios ocupados por desempleados que compartían todo. La justificación era que entre ellos había terroristas, pero la opinión pública no lo creía. Los únicos que creían el discurso del gobierno eran la minoría afectada económicamente, ya que sus empresas dejaron de producir lucro. De hecho, el resto ya casi no ocupaba dinero. 

Esta puede haber sido la principal motivación para los ataques más brutales. Según las indagaciones de los exploradores de líneas temporales, la fuerza policial realizó asesinatos masivos, secuestros, torturas en la vía pública a la vista de todos los demás y exposición de cuerpos mutilados, entre otros. El motivo evidente era obligar a la población a volver a las costumbres anteriores. El único incentivo en este caso sería el miedo, y no la promesa de un estándar de vida superior. Pero las personas ya habían abandonado sus costumbres anteriores, y ceder ante el miedo se entendería como aceptar la esclavitud. 

El gobierno no podía permitirse exterminar a todos los rebeldes (que luego de cuatro meses eran una gigante mayoría), ya que se necesitaba mano de obra para trabajar en las empresas. Tampoco podían reemplazarlos por máquinas, ya que necesitaban que ganasen dinero para poder gastarlo como consumidores. Lo que estaba en juego no era sólo la economía, sino toda una lógica de relaciones humanas que se estaba rompiendo. Los pocos que seguían trabajando para los poderosos lo hacían más por miedo que por otra cosa. Consumían sólo lo necesario, y mucho de lo que ganaban lo gastaban comprando a quienes habían saqueado supermercados. Luego de un tiempo tampoco compraban estos bienes y simplemente los recibían a cambio de servicios o favores, ya que los saqueadores tampoco estaban usando dinero. Los que aún trabajaban para emoresas también recibieron ataques de la policía, por socializar con los rebeldes. Pronto ya no tuvo sentido trabajar, ya que el apremio policial se recibiría de todas formas. 

Toda esta violencia policial se vio contestada desde los territorios ocupados. Ya fue mencionado antes que las población fue particularmente poco violenta, aunque sería más preciso decir que no fue ofensiva, al no atacar a los lugares donde residía el poder. Pero es notable la capacidad de organización que fue observada para prepararse al ataque de las fuerzas especiales de la policía. Sofisticados aparatos explosivos fueron ubicados en puntos estratégicos para recibir de sorpresa a los uniformados. En otros casos hubo emboscadas que terminaron con varios funcionarios quemados. El nivel de sofisticación fue creciendo a medida que se enseñaron los métodos de resistencia distintos lugares del país. Varios aparecieron usando lanzallamas artesanales, o bazucas hechas con tubos de PVC que disparaban bombas lacrimógenas recuperadas de ataques anteriores rellenadas con tierra. En el sur del país también se ocuparon estrategias de guerrilla y se recuperaron formas de combate de las comunidades mapuche, las cuales se utilizaron luego en el centro y el norte. 

A medida que la brutalidad policial crecía, la respuesta de los territorios ocupados  también lo hizo. Pronto, las bajas en la policía comenzaron a ser notables. Algunos fueron mutilados con machetes o fueron quemados vivos o desfigurados por proyectiles disparados desde las bazucas caseras. Algunos muertos eran exhibidos en los alrededores de los territorios donde la gente se rehusaba a participar del sistema de trabajo por un sueldo, como un modo de amedrentar a los efectivos policiales. El uso de cabezas sobre estacas era lo más común. En el norte también se llegó a utilizar cabezas decapitadas como proyectiles. 

Cabeza medio descompuesta empalada en una estaca con un casco de policía anti disturbios.
paco decapitado
Cabeza de fuerzas especiales puesta sobre una estaca como manera de advertencia.

Cabe recordar en este punto que, dentro del grupo G de líneas temporales, la 1121949 es la menos violenta de todas. Sin embargo, comparativamente, los grupos donde el dictador es destituido o asesinado en una etapa temprana de la crisis, tienen un pasar mucho más pacífico, aunque el resultado en el largo plazo es menos notable. 

Habría que destacar, para quienes no estén familiarizados con las líneas temporales de este grupo, que los miembros de la clase política que representaban a la oposición jugaron un papel fundamental en la institucionalización de las soluciones a las demandas populares. En la mayoría, la fe en las instituciones, especialmente en las que concentraban poder político, fue restaurada, incluso en las líneas temporales que incluyen la muerte del dictador. En el caso de la línea número 1121949, la fe en la política no vuelve nunca, y paulatinamente se acrecenta la desconfianza hacia sus actores tradicionales, motivando a las personas a solucionar sus problemas de manera autónoma. Hay casos de senadores y diputados de oposición que visitaron los sectores autónomos y fueron atacados con menos violencia que a la fuerza policial, pero con la suficiente fuerza como para evitar nuevas visitas. Luego del sexto mes del año 2020, la política (entendida de la forma tradicional) se vuelve irrelevante. De hecho, el plebiscito por la nueva constitución tuvo menos participación que las elecciones anteriores, y quienes votaron fueron en su mayoría quienes la rechazaban. Lo que se vio en ojos de la oposición como una derrota, era simplemente una expresión de la indiferencia de la mayoría. 

El día 12 de octubre de 2020 fue crucial en esta línea, y es el momento que la separa de la número 1121948. Ese día comienza la huelga de carabineros. Cosa que no ocurre en ninguna otra línea temporal, al menos de las que se han estudiado hasta ahora. El acontecimiento detonante fue la difusión del audio de una conversación entre el presidente, el ministro del interior y el general de la policía. En dicho audio, al parecer en más de una ocasión se hizo referencia los efectivos policiales como recursos desechables. La ofensa fue generalizada entre las fuerzas especiales, aunque la toma de acción demoró un tiempo. Tal vez fueron las excusas de las autoridades lo que terminó por hacer explotar la ira. Lo que quedó claro fue que se preparaba una ofensiva a las poblaciones y se estimaba la muerte de más de mil policías, lo que se consideraba un mal necesario. Efectivamente esto ocurrió en la línea inmediatamente anterior donde la conversación no se filtró, evidenciando la difusión del audio como el hecho que marca la división entre ambas líneas. 

El paro de la policía se alargó por varias semanas, convocando a la parte más baja de su jerarquía. Los altos mandos Amenazaron con cárcel a los disidentes, pero fue imposible llevar a cabo estas amenazas. Los mismos que debían llevar gente a la cárcel se declaraban en rebeldía. Comenzaron a acampar cerca de los territorios que a estas alturas ya era llamados anarquistas o violentistas (nombre usado por el gobierno incluso cuando ya no cabía duda que la violencia era utilizada por varios sectores de la sociedad, pero el origen era inequívoco). Los pobladores vieron este acto con desconfianza, pero conforme avanzaban los días, se vieron muestras de buena voluntad. Sin embargo, ningún policía fue admitido en territorio “anarquista”. 

El 29 de noviembre se produjeron ataques inesperados en varios lugares del país por parte del ejército. El objetivo no parecía claro. Por un lado parecía un intento por doblegar a los policías rebeldes, y por otro lado se veía como simplemente una manera de exterminar a todo quien no quisiera formar parte del sistema. Esto último no tenía sentido, ya que sin estos miembros el sistema no funcionaría. De todas formas, esta tesis se puede sustentar en el actuar errático del gobierno, que luego de más de un año de crisis no parecía entender qué ocurría. El ataque fue repelido inmediatamente por los policías. Estos tenían armamento oculto y habían llenado los lugares con trampas arcaicas pero efectivas. Varios tanques del ejército quedaron inutilizados y las bajas comenzaron a ser sensibles incluso antes de que se produjeran enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Las trampas incluían explosivos en lugares estratégicos, estacas que caían desde árboles y edificios, perforando cráneos de soldados, y clavos reforzados que inutilizaban las ruedas de los vehículos. Esto da a entender la existencia de colaboración entre civiles y policías. De todas formas, el avance militar prosiguió hasta la noche, y varios lugares fueron completamente asediados. Sin embargo, la resistencia de los civiles, que alrededor de las 6:00 pm comenzaron a combatir junto con policías, era férrea. Los sectores donde la batalla aún no se daba por terminada fueron apoyados repentinamente por personal de gendarmería, que se unió a la batalla y comenzó a matar militares por sorpresa. 

Las batallas terminaron con miles de militares, policías, gendarmes y civiles muertos, repartidos por calles, campos, casas y edificios. Las cárceles ya no eran cuidadas por nadie, y tampoco parecían necesarias. Muchos aún tenían miedo de lo que ocurriría si se liberaba a quienes estaban dentro de ellas, pero finalmente se hizo. Este sería el último gesto simbólico en contra de un sistema que se acababa. Los reos liberados fueron fundamentales en la limpieza de las ciudades. Cuerpos mutilados y en descomposición fueron apilados e incinerados. En otros casos fueron enterrados en enormes fosas comunes o llevados a los cerros para ser ingeridos por animales. La limpieza llevó semanas, y debido a la infraestructura destruida la alimentación fue una dificultad que en muchos casos tuvo que ser superada gracias al canibalismo. 

El comportamiento de los reos es interesante, ya que continuaron usando ciertas lógicas de propiedad y uso de dinero, especialmente exigiendo un pago en efectivo por su colaboración en la limpieza o intentando robar objetos de uso común. Sin embargo, al ver que esto no era necesario en esta nueva sociedad, siguieron la conducta de la mayoría. Trabajando gratis, simplemente recibiendo a cambio la aceptación dentro de un grupo que compartía todos los recursos disponibles. 

Luego de varios días, las comunidades sobrevivientes comenzaron a comunicarse entre ellas y a reponer la infraestructura de electricidad, internet, agua y otros. Dentro de las comunidades, el conocimiento necesario era manejado por varios, y la necesidad los obligó a compartir los saberes que permitirían reparar las ciudades. Los barrios adinerados estaban desiertos, tal como los edificios gubernamentales y del poder judicial. Los trabajadores de dichos lugares se habían unido a la lucha en algún punto y la clase política y la élite económica había escapado. 

La reconstrucción de la infraestructura necesaria para la generación de recursos en esta línea temporal es aún un misterio, mientras los agentes exploradores siguen descifrando los acontecimientos que vendrían a continuación y definiendo si es que se han abierto otras variantes de esta línea en algún punto. La línea de tiempo número 1121949 sigue siendo uno de nuestros principales objetos de estudio y seguirá siendo vista de cerca por varias razones. Principalmente, es interesante ver qué consecuencias internacionales conllevará esta trama y cómo se configurará una sociedad que no ocupa dinero ni intercambio ni propiedad en el largo plazo. Segundo, esta línea nos puede informar bastante sobre la naturaleza humana y sobre el comportamiento colectivo en situaciones extremadamente inusuales. Finalmente, también es fundamental rescatar aprendizajes que puedan ser utilizados en el desarrollo histórico de nuestra propia línea temporal. 

Ogosti Rodor. Santiago de Chile, República de América Latina, Mayo de 2040. Línea temporal número 1.

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