Vaca en primer plano con colores alterados viendo a través de tu alma

Bovino. Primera parte.

La línea entre fantasía y realidad se vuelve cada vez más difusa. O más bien, me queda cada vez más claro que la fantasía es sólo una manera distinta de ver la realidad. O que la fantasía es una realidad personal. Al igual que unos ven injusticia donde otros ven justicia o el orden natural de las cosas. Al igual que para unos el mundo se explica a través del estudio de la materia y el comportamiento observable y para otros se explica sólo por intervenciones divinas. Al igual que esas diferentes realidades… o fantasías… lo que algunos llaman la simple fantasía de un estúpido con imaginación hiperactiva, para mí es la única realidad.

Hace dos noches un oficial de la comisaría de La Cisterna escribía una denuncia por homicidio y otra por maltrato animal. Ahora me encuentro en la cárcel, compartiendo una mugrienta celda con un par de delincuentes comunes, ya que el juez dictaminó prisión preventiva. Todo porque la visión positivista de esta cegada sociedad me considera un peligro. Este hombre es un peligro para la sociedad, dice el ignorante juez luego de ver la evidencia, incapaz de entender la realidad detrás de lo evidente. Todo este grupo de ignorantes autómatas llamado humanidad me considera a mí un peligro, luego de que yo arriesgase mi alma eterna para salvarlos a todos. Sólo por ver mis manos manchadas de sangre y rodeado de los cadáveres de cinco bestias, una de las cuales se hacía pasar por humano. Esa pura evidencia material me llevará en mi futuro próximo al psiquiátrico y luego a una indigna muerte. Pero yo sé que el tiempo me dará la razón. Cuando esta especie llamada humana llegue a un nivel superior de entendimiento cósmico, sabrán que mi aberrante actuar fue justificado sólo por la misericordia. Que de no haber actuado de tal manera, las almas inocentes de toda la especie estarían arriesgando una dolorosa destrucción. Pero por ahora me consideran un simple lunático.

Lo que me tiene en la cárcel ahora es el cargo de homicidio. Lo de maltrato animal me habría hecho pagar sólo una pena menor. Pero lo cierto es que no se trataba ni de personas ni de animales. Los seres que asesiné aquella tarde eran bestias… si así se les puede llamar… de otro mundo… De otro universo… O de otra dimensión… Eso escapa de mi conocimiento. Lo que sí sé es que no pertenecían a este plano existencial y que si les permitía seguir existiendo, traería terribles consecuencias para la humanidad. A esa conclusión me llevó la terrible experiencia que viví y que relataré a continuación.

El día 18 de Febrero de 2013 recibí una visita inesperada en mi ventana. Me encontraba haciendo la edición de un video institucional para alguna empresa mediocre de las que siempre me daban trabajo. Editar vídeos en mi computador se había convertido en mi trabajo habitual. Me resultaba sumamente fácil, y la falta de visión de mis clientes me permitía hacerlo mecánicamente sin exigirle mucho a mi creatividad. No generaba ingresos altos, ni mucho menos decentes, pero me permitía vivir de forma austera y me daba el suficiente tiempo libre para dedicarme a la lectura y la pintura, mis verdaderas pasiones. Ese día llevaba unas cuatro horas seguidas dedicado a tal video, lo cual ya me tenía asqueado, por lo que decidí tomarme un descanso con un cigarrillo mientras observaba el paisaje del deprimente callejón hacia donde mira mi departamento.

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De pronto me sorprendió un rápido movimiento y un color anaranjado intenso, los que me sacaron de mis pensamientos y me obligaron a mirar al hermoso gato que se había posado en mi ventana. Ya que mi aprecio hacia los animales es muy superior al que tengo por los humanos, comencé a acariciar su largo y suave pelaje. El animal disfrutó mis caricias por un momento, pero pronto dejó de ronronear y me miró a los ojos. Nunca un animal me había mirado de esa manera. Parecía motivado por una urgencia mayor. Sus ojos me miraban reflejando una inteligencia que sólo algunas personas poseen. Esos ojos no eran como los de ningún otro animal jamás conocido. Había un color en esas pupilas que parece no encontrarse en la naturaleza, y que tampoco había visto ni en la más descabellada de mis incursiones en la pintura. El gato se había dirigido a mí con la necesidad de comunicarme algo. Parecía capaz de hablar, si no hubiese sido por las limitaciones anatómicas que no permiten a los gatos hacer la misma variedad de sonidos que los humanos. Sin embargo, su voz parecía desesperada por articular algo similar a palabras. Luego de darse cuenta que yo no le entendía nada, se afirmó con sus garras de mi camisa y tiró con fuerza. Luego se alejó corriendo.

Intrigado, bajé las escaleras hasta el primer piso y salí del edificio. La criatura me estaba esperando en la puerta. Apenas me vio siguió caminando hasta que entró por una ventana semi abierta que yo jamás había visto en el callejón. Miré hacia adentro por la sucia ventana y vi al gato en medio de una amplia galería de paredes y techo negros. El piso era de madera muy mal cuidada y mostraba manchas de humedad en algunas partes. El felino miraba fijamente a un dibujo en la pared más amplia de la galería.  El dibujo parecía una mezcla entre un pentagrama y una estrella de Israel. Además contaba con algunas líneas dispuestas en ángulos que extrañamente se veían antinaturales. Estas líneas se mezclaban con símbolos que evocaban misterios cósmicos y dioses ancestrales que sólo los muy estudiosos podrían entender. Al necio hombre común sólo le provocaría confusión, pero a mí me despertó una inquietud y curiosidad que me obligaron a entrar por esa ventana. Al ver de cerca los símbolos de la pared, se asomó en mi espíritu un atisbo de horror. Todos estos íconos evocaban algo muy grande y casi ininteligible. Los ángulos del dibujo parecían desafiar la geometría convencional, y daban la impresión de formas convexas y cóncavas a la vez. Los símbolos no los pude reconocer, pero estimularon algún recuerdo perdido. Alguna vez los había visto… o los soñé. Algo los hacía familiares. Como si los conociera desde antes de haber nacido… incluso desde antes de que existiese la escritura… cuando mi alma vagaba decidiendo si tomaría algún cuerpo mortal para habitar por un tiempo.

El gato llamó mi atención nuevamente y logró sacarme de mi detenida observación. Con su pequeño y atlético cuerpo empujó una puerta oculta que imitaba el color de la galería. Por la apertura que abrió el animal se filtraba una luz entre rojiza y púrpura que, al igual que los ojos del gato, me era imposible concebir como algo natural de este mundo. Ya no estaba seguro si podía considerar a este guía como un amigo o si debería desconfiar de él. Sus muestras de inteligencia superior y el lúgubre escenario que me mostraba me hacían querer correr, pero mis piernas prefirieron acceder ante el impulso de la curiosidad y me llevaron a la habitación contigua. Lo que vi a continuación me causó tal conmoción que inicialmente se lo atribuí a mi hiperactiva imaginación y no a la realidad. Lo que viví después me permitió volver a darle crédito a mis ojos.

La habitación era pequeña, de no más que cinco metros cuadrados. Había un mesón pegado a la pared del fondo que tenía varias herramientas de carpintería encima. Aunque la luz me hacía confundir los colores, estoy seguro que el líquido que manchaba el mesón, las herramientas y las paredes era sangre. Esa misma sangre había sido utilizada para dibujar imágenes de dioses olvidados y fórmulas ocultas por siglos, las cuales según mi conocimiento, son utilizadas por quienes creen en la alquimia, supuestamente para crear formas de vida imposibles para la naturaleza. Algunas figuras eran bastante conocidas, como pentagramas y círculos de transmutación, pero había algunos que me eran irreconocibles. Especialmente un rostro con varios ojos llamó mi atención. A pesar de lo rústico de los trazos, mostraba una inquietante y hermosa asimetría. Lo que más exaltó mis emociones, sin embargo, fue algo que se asomaba desde debajo del mesón. Al comienzo pensé que se trataba de un instrumento para rituales, pero cuando lo tomé tuve que soltarlo por el horror, asco y otras emociones que me produjo. Se trataba de un brazo pequeño. Debe haber sido de un niño de seis meses. Estaba cortado desde el hombro, al parecer por una sierra que desgarró la piel y la carne. El hueso había sido quebrado violentamente. Estuve al borde del desmayo, pero logré controlarme porque necesitaba averiguar quién estaba detrás de esto.

Estaba absorto en el terror y desconcierto que me producía esta imagen cuando escuché pasos en la galería. El gato se engrifó y emitió un feroz bufido. Yo me preparé para recibir al dueño de casa con violencia. Aunque no siento simpatía por la humanidad, creía y aún creo necesario proteger a mi especie de seres capaces de este tipo de atrocidades. Pero no pude ni siquiera verle la cara a lo que fuera que venía en camino. Solo vi una sombra entrar por la puerta y al gato lanzarse sobre ella. De pronto todo fue sólo confusión. Escuché muchas voces como de animales, pero que pronunciaban palabras en idiomas desconocidos. No podía entender qué podrían decir, pero estoy seguro de que eran palabras.  Mientras tanto mi vista se nublaba debido a reiterados golpes en mi cabeza. Sentía rasguños y cortes en mi piel. Golpes de palos y fierros en mi estómago y en mis extremidades. De pronto volví a ver algo. Sólo un rápido vistazo dejó la imagen grabada en mi memoria. Era una cabeza como la de un toro, pero tenía cuatro cuernos. Dos eran como de un toro normal y los otros dos eran largos y retorcidos. Tenía nueve ojos profundos de color púrpura con dos pupilas verdes dentro de cada uno. Tenía además una barba larga y blanca que se movía como si cada hebra tuviera vida y el hocico abierto mostraba dientes amarillos que se agrupaban en muchas hileras que llegaban hasta lo más profundo. Luego de esta hermosa pero abominable visión perdí el conocimiento por completo. Creo que fue un milagro lo que no me permitió morir en ese momento, o se trató de una voluntad cósmica que necesitaba mantenerme con vida para evitar un desastre mayor.

Portada alternativa para el cuento Bovino por el talentoso Álvaro López

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