Cumpleaños Inolvidable

Publicado originalmente en “Rostros de la Noche II” de editorial Komala.

Se miró al espejo intentando eliminar los pensamientos intrusivos, pero sabía que no desaparecerían fácilmente. Una vez al año sentía el mismo horror y los pensamientos la aplastaban como una avalancha. Verse reflejada con un maquillaje perfecto (el mejor delineado que pudiera lograr a sus 17 años y un labial negro que le regaló su madre que intensificaban su belleza natural) sólo aumentaba su ansiedad, como si las consecuencias de lo que podía pasar más adelante fuesen mayores.

Salió del baño para encontrarse con lo que había dejado atrás hace cinco minutos, cuando había decidido esconderse de los invitados por un momento. Conversaban en grupos mientras bebían alcohol y comían a destajo. La celebración, en realidad, estaba siendo exitosa, aunque por el momento sentía la tranquilidad por no estar siendo observada por nadie. En unos minutos más todo cambiaría.

Las pocas luces que había encendidas fueron apagadas y la música se detuvo. Su hermano la tomó de un brazo y la sentó frente a la mesa del comedor. Todos los invitados se reunieron alrededor, convirtiéndola ahora sí en el centro de atención. Su madre se acercó con el pastel más hermoso que había preparado hasta ahora. Era más alto que los anteriores y la cobertura de fondant dibujaba la portada de su libro preferido. De alguna manera, su ansiedad se alimentaba de la hermosura y gran trabajo que habían en el pastel.

Todos cantaron mientras el corazón de ella se aceleraba sin que nadie lo notara. En su mente las imágenes que había visto en internet se repetían una y otra vez, ganando detalles que su imaginación agregaba: mayores dosis de violencia, cosas que salían horriblemente mal, incluso sangre.

Cuando la canción terminó, tuvo que soplar la brillante vela con un número 17 también hecha por la maestría artesanal su madre. Se tomó un segundo para desear en secreto que nada saliera mal. Sopló con resignación, esperando que esta vez sí ocurriera lo que temía todos los años y nunca pasaba. El fuego se extinguió y pasó un momento en el que pensó que había sido un año más sin ser víctima de la estúpida broma. Pero luego una mano se posó firmemente en su nuca. Ella quiso empujar con su cuello hacia atrás, pero la mano era muy fuerte. Alcanzó a escuchar un grito de horror de su madre antes de que su rostro fuese sepultado en el fondant y la crema del pastel. No veía nada, sólo escuchaba risas de todos, burlas y aplausos, excepto por el grito de horror de la mamá que no se detenía. Entonces el dolor se hizo presente. Instintivamente levantó su cabeza lo más rápido que pudo. Sólo pudo abrir su ojo izquierdo. El derecho estaba cubierto por sangre y partes blandas que se escurrían entre los párpados. Entonces vio por qué su madre había gritado. Una vara emergía manchada de sangre desde el desastre de pastel. Había sido colocada para mantener la integridad estructural de la obra de arte culinaria, pero su madre no anticipó la posibilidad de un tortazo. La cumpleañera sólo atinó a mirar a sus invitados en un terrible silencio mientras las risas eran reemplazadas por gritos de urgencia. El hermoso pastel, su rostro de estrella, su perfecta celebración, su percepción de profundidad, todo arruinados por una estúpida broma.

*

—Ya pues. Sople la vela. —dijo de pronto la madre.

El pastel estaba en perfecto estado y la vela seguía encendida. Los invitados esperaban que pidiera su deseo y soplara. Entonces deseó que nunca ocurrieran las cosas que se imaginaba y que los pensamientos intrusivos desaparecieran. Apagó la vela.

… Luego una mano se posó firmemente en su nuca.

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