Come and See no es una película de género. Al menos no encaja para nada en el género fantástico ni de terror. Es más bien una película de guerra. O un drama ambientado dentro de una guerra, si se quiere ser más específico. Entonces, ¿por qué la estoy mencionando en este blog? Bueno… Es porque se trata de una de los films más perturbadores que he visto. Si, se sitúa cerca de Holocausto Caníbal y A Serbian Film en mi ranking, pero por razones diferentes. Cannibal Holocaust y A Serbian Film tienen como meta final shockear a su audiencia, y para esto inventan una historia donde estamos forzados a ver escenas visualmente (y en algunos momentos moralmente) shockeantes. En el caso de Come and See, lo más brutal es la honestidad con la que está filmada.
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La historia, a diferencia de la mayoría de las historias de guerra, se centra en el efecto que esta tiene en las personas, más que en las batallas y lo que ocurre con los soldados y quienes se convierten en personajes históricos. El protagonista, Flyora Gaishun, de unos quince años, comienza queriendo ser un soldado y combatir a los soldados nazis que están invadiendo todas las aldeas de Bielorrusia. En el comienzo busca un fusil para poder unirse al empobrecido ejército soviético. Desentierra el arma de lo que parece ser un antiguo campo de batalla, luego se enfrenta a la resistencia de su madre y sus hermanas pequeñas, y finalmente deja a su familia para unirse felizmente al ejército que intentará derrotar a los alemanes. De aquí en adelante, Flyora irá en una espiral descendente. Los momentos que componen esta espiral descendente pueden ser muchos para enumerar en esta reseña, pero los más importantes son, [spoiler alert] ver lo pobre y poco místico del ejército rojo, estar a punto de morir en varios bombardeos, ver su aldea destruida y darse cuenta que su familia fue eliminada, ver un montón de cuerpos apilados, entre los cuales estaban sus hermanas o escuchar las últimas palabras de un hombre que fue quemado vivo.
Todo esto que vive y observa Flyora ocurre incluso antes de que los soldados nazis aparezcan en persona. Durante la primera hora y un poco más, la presencia del enemigo es sugerida por la muerte, destrucción y miseria que dejan a su paso. El protagonista observa las aldeas saqueadas, malolientes e infestadas de moscas. En estas escenas, el uso del sonido es magnífico, atacando al subconsciente para enfatizar la sensación de podredumbre. También, la omnipresencia del enemigo es aludida gracias al avión bombardero que siempre da vueltas en el cielo y lanza sus ataques inesperados, haciendo la vida de las víctimas aún más miserable. Cabe decir que acá el diseño sonoro también enfatiza esa presencia maligna imposible de escapar.
La película está filmada de manera más o menos realista, pero siempre desde la perspectiva del protagonista. Sufrimos con él la mayor parte del tiempo, incluso cuando en momentos pierde la audición producto de las explosiones o cuando pierde la cordura ya que es superado por las emociones. Existen escenas que rozan lo surrealista, pero son completamente posibles en un escenario de guerra, donde la cordura y los límites de lo real y lo aceptable son destruidos. Un grupo de sobrevivientes que hacen una figura de Hitler a partir de un esqueleto que encontraron, soldados que posan con sus miserables uniformes y armamentos para una foto antes de ir a la muerte inminente, o Flyora lavando una cacerola gigante mientras parece estar siendo cocinado, son ejemplos de esta pérdida del sentido de realidad.
Estos momentos absurdos parecen hacer que la guerra sea un poco más soportable. Incluso, Flyora tiene algunos momentos de risa, pero estos siempre se ven interrumpidos por bombardeos o ataques a la distancia de los Nazis que aún no se hacen presentes. La falta de escenas de combate en este film parece resultar en una falta de liberación, ya que los oprimidos ni siquiera tienen manera de resistir a los ataques arbitrarios y sorpresivos que reciben, incluso sin poder ver a sus enemigos. Nuestro protagonista viaja siempre con su rifle, pero nunca tiene la oportunidad de ocuparlo, ya que las fuerzas alemanas son tan grandes que lo único que queda es correr o esconderse.
Ya en la última parte del largometraje logramos ver soldados alemanes haciendo su trabajo en la destrucción de Bielorrusia. A diferencia de lo que nos podríamos esperar, no son los calculadores y eficientes exterminadores de La Lista de Schindler o El Niño del Pijama a Rayas. Estos son un grupo de borrachos, abusadores, criminales, violadores y torturadores que están disfrutando su mejor momento mientras exterminan una nación.
[spoiler alert] Flyora llega a una aldea que aún no es destruida, pero que está siendo ocupada por soldados alemanes. Piensa en luchar, pero no hay otra opción que obedecer y esperar una muerte rápida. Los soldados podrían destruir la aldea rápidamente, pero prefieren tomarse su tiempo, aprovechando el servilismo de las víctimas aterrorizadas. Luego de utilizar los recursos de la villa, juntan a la mayor parte de civiles dentro de una iglesia, entre los cuales se encuentra el protagonista. Antes de la ejecución, le dan la oportunidad a los adultos de salir, bajo la condición de dejar a los niños adentro, luego los obligan a ver cómo queman la iglesia, y los niños que escapan son arrojados de vuelta al edificio en llamas, en un ejercicio definitivo de crueldad. Flyora escapa del incendio y es tomado por un grupo de soldados, quienes posan para una foto con él arrodillado con una pistola en la sien, como quién se toma una foto en vacaciones. El joven es dejado vivo, y tal vez vivir con el trauma y lo que viene después en su vida era un peor destino que morir en ese momento.
No voy a contar más de la trama, ya que creo que todos deberían verla y enterarse de lo que ocurre. De todas formas, los muy sensibles deben estar preparados. Creo que es un film difícil de ver, pero necesario. Este largometraje nos presenta (y nos hace vivir) un horror real, superior a cualquier monstruo o fuerza sobrenatural. Un horror creado por seres humanos. La guerra destruye la conciencia de las personas, ya sean víctimas o perpetradores, y deshumaniza a tal nivel que es imposible de poner en palabras. En Come and See nos ponemos en el lugar de una víctima, y es difícil quedar indiferente.
Antes de cerrar este artículo, me gustaría mencionar cosas que no supe en qué otra parte agregar. Lo primero es que en una parte, unos nazis que quemaron niños, son atrapados por soldados soviéticos. Los alemanes piden piedad y uno de ellos alega que ya es un viejo y que es indefenso. Este mismo personaje fue quien ordenó quemar a niños y ancianos dentro de una iglesia. Esta hipocresía y victimización me recuerda a unos torturadores que están presos y piden ser liberados por razones humanitarias en la cárcel de Punta Peuco en Chile. Sólo digo, es un paralelo interesante. Segundo, algo que creo innecesario, fue el trato a los actores, quienes realizan actuaciones insuperables, pero a costa de un sufrimiento innecesario. El protagonista fue puesto a dieta para modificar su apariencia y alterar su estado de ánimo. Luego de terminar el rodaje su cabello era blanco, debido al stress de la filmación. Los actores, varias veces tuvieron que actuar con balas reales pasando a menos de diez centímetros de sus cabezas, para aportar realismo a las escenas. Sólo espero que el hombre que aparece quemado casi por completo haya sido un buen efecto de maquillaje y no algo más.
Sólo cabe terminar con la recomendación de ver esta película. En mi opinión es una obra maestra que destruirá tu alma por un momento. Es bastante antigua así que se encuentra en todas partes en Internet. Creo que incluso está en youtube, así que no hay excusa. Ven a ver lo que somos capaces de hacer como la especie auto destructiva dominante de este planeta. Come and See.
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